Cocorocoq Editoras y una literatura para repensar la representación de niñas, mujeres y disidencias
Por Feliza Marro, publicado en Ojo en tinta
En este tiempo de pandemia y caos, Cocorocoq Editoras se atrevió a lanzar dos nuevos títulos juveniles e ilustrados: Las niñas traviesas de Marian Lutzky y Compórtense como señoritas de K. Luy de Aliaga. Historias que rompen esquemas y que revelan las vivencias de la infancia y adolescencia de mujeres y disidencias.
La colección «Primerizas», que por ahora incluye dos libros de autoras sudamericanas, desafía la noción de una niñez idealizada y pura, y nos invita a seguir el audaz recorrido de sus protagonistas a través de páginas llenas de rebeldía, amor y originales ilustraciones.
Al respecto, la editora de Cocorocoq, Patricia Cocq Muñoz, sostiene que «la colección Primerizas es una nueva etapa para nuestra editorial, ya que es nuestra apertura formal a la literatura más orientada a adolescentes, jóvenes y personas adultas”. Y vale la pena visitar estos títulos y apreciar lo que traen a colación.
A continuación, algunos apuntes.
Sobre ambas lecturas
¿Por qué un libro juvenil no puede ser ilustrado? Creo que corresponde hacerse esta pregunta antes de lanzarme a comentar los libros de la colección ”Primerizas”. Y la verdad es que un libro con una historia atractiva no tiene por qué no tener dibujos, y pensar que esto solo debe reservarse a los libros infantiles, a los cómics o a las viñetas de humor, es disminuir la capacidad transformadora del arte a los ojos del lector.
En este sentido, las ilustraciones y la narrativa de estos dos títulos de Cocorocoq fueron para mí un único relato, y pude viajar a través de ellas con total confianza.
Recorrí Valdivia con Las niñas traviesas de Marian Lutzky, me rebelé con sus protagonistas y me escondí en la humedad sureña para hacer travesuras, aprovechar los recreos para charlar y plancharnos el pelo, cuidar juntas a su gato llamado Mecha y adueñarnos de las calles dispuestas a enfrentar lo que sea, incluso esos personajes indeseables que interrumpen la paz de la infancia.
Así cuenta en su libro la autora argentina radicada en el sur de Chile: “Las chicas querían que se fuera rápido, pero el hombre era lento. Lo vieron introducir su mano derecha al pantalón, y al mismo tiempo, Muriel sacó el paraguas. Lo elevó como una espada protectora y gritó para ahuyentarlo. Lo picaneó. El hombre se dio vuelta y tan despacio como entró se fue”.
Las “fechorías” —tal como dice Lutzky— de las niñas traviesas están acompañadas por las ilustraciones de la destacada artista nacional Karina Cocq Muñoz.
En Compórtense como señoritas pude explorar los universos de una chica lesbiana en la Lima de los años noventa. Cómo le dolió la traición de algunos cercanos y cómo aprendió a vivir su verdad a tropezones, siendo siempre fiel a sí misma. La autora peruana, K. Luy de Aliaga, no se reserva detalles a la hora de presentar los partidos de fútbol, la dura discriminación y salidas nocturnas. Es minuciosa y me invita constantemente a vivir con ella los acontecimientos que marcaron su vida y la de tantos otros que han sido olvidados por nuestra sociedad.
Bien lo expresa en este párrafo donde la protagonista se enfrenta al juicio de su familia y de un pseudo profesional de la salud mental. Luego de una frustrante visita al sicólogo (o charlatán, como bien lo llama, puesto que el tipo solo la hace ver como una persona enferma), ella dice: “Yo no estaba atascada en el lodo ni en arenas movedizas. Yo acababa de sacar la primera piedra después de un derrumbe de costumbres e imposiciones. Veía la luz. Un hilito de luz”.
Compórtense como señoritas es una declaración contra aquellas imposiciones, un relato franco que cuenta con las maravillosas ilustraciones de Toto Duarte/Otto Etraud.
Repensar la niñez, la feminidad y sus relatos
Tanto Las niñas traviesas como Compórtense como señoritas son libros que recuerdan que la niñez y juventud son etapas complejas, siempre en el constante juego del autodescubrimiento; donde se cometen errores y, al mismo tiempo, se mira al mundo como si fuera un plato apetitoso. Es esa “hambre” la que creo que une a las protagonistas de ambas historias: ninguna está satisfecha, ninguna siente que ya está todo dicho; existe un imperativo de querer romper los esquemas y hacer aquello que te dicta la guata (los sentidos), muchas veces sin pensar en las consecuencias, no porque no las tengan en consideración, sino porque superaron el simple acto de hacerse la pregunta “¿Qué tal si…?”.
Las protagonistas de estas obras son niñas y jóvenes que, a pesar de los miedos y obstáculos, lograron sostenerse en sus convicciones. Mujeres que dentro de los relatos son vistas en bruto y sin caricaturizaciones, lo que ayuda al lector a sentir que está siguiendo una historia honesta y que puede asimilar las situaciones y empatizar con las emociones.
Los primeros dos títulos que comprenden la colección “Primerizas” de Cocorocoq Editoras nos invitan a volcar nuestros ojos a historias que no pretenden adoctrinar, sino más bien abrir el diálogo acerca de cuestiones que hoy más que nunca son necesarias de abordar, temáticas que competen a las mujeres y disidencias, a su lugar en sociedad y su aceptación.